Carreteras y canales

El esfuerzo en la construcción y mejora de carreteras (o caminos) comenzó en muchas partes de Europa antes de la Revolución Industrial. Desde el fin de las guerras napoleónicas a principios del siglo XVIII y en ausencia de otros medios de comunicación más eficaces, las carreteras fueron extensamente mejoradas. A principios del siglo XIX el país más adelantado en esta materia era Francia con una red de 33 000 kilómetros de gran calidad que se extendían hasta Alemania, Suiza e Italia. Los Países Bajos, el Reino de Prusia oSuiza también habían vivido una gran mejora en las comunicaciones. En el otro extremo se encontraban lugares como Sicilia, que no empezó su construcción hasta bien entrado el XIX, la Rusia zarista, que no tendría su primera calzada entre Moscú y San Petersburgo —sus principales ciudades— hasta 1834 o España, que cuenta antes de la mitad del siglo XIX con solo 6000 kilómetros de vías, siendo además estrechas y llenas de irregularidades y deficiencias. En Gran Bretaña el rápido desarrollo de ferrocarriles y canales quita importancia a su construcción pero aún así se suceden las ampliaciones y modernizaciones de la maltrecha red británica contando en 1850 con más de 50 000 kilómetros de trazado, 18 000 más que veinte años atrás
La técnica en la construcción de estas vías de comunicación también mejora. En cada país se construyen de manera distinta pero los problemas clásicos derivados de estas construcciones como filtraciones de agua, mantenimiento o infraestructura se solucionan en las décadas de 1820 y 1830 a partir de las mejoras introducidas por Mac Adam o Telford. El uso de la diligencia y los servicios públicos de transporte se desarrollan y generalizan con unas velocidades que oscilan entre los 10 y 15 km/h, usándose en el transporte de pasajeros, mercancías y correo. No es hasta principios del siglo XX cuando gracias al motor de explosión y el desarrollo del automóvil se de un uso masivo a estos trazados


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