Durante la revolución industrial se vivió un incremento
espectacular de la población, debido fundamentalmente a la caída de la tasa de
mortalidad provocada por la mejora de las condiciones higiénicas, sanitarias y
alimenticias que se plasmó en gran medida en la reducción de la mortandad
infantil. En este periodo nacen las primeras vacunaciones y se mejoran los
sistemas de alcantarillado y de depuración de aguas residuales. Una
alimentación más abundante y regular, no sometida a las fluctuaciones de las
cosechas, bajó la incidencia de las epidemias e hizo posible la casi
desaparición de la mortalidad catastrófica, sobre todo la infantil.
La población de Inglaterra y Gales, que había permanecido
constante alrededor de 6 millones desde 1700 a 1740, se incrementó bruscamente
a partir de esta fecha y alcanzó 8,3 millones en 1801, para doblarse en
cincuenta años y llegar a los 16,8 millones en 1850 y en 1901 casi se había
doblado de nuevo con 30,5 millones. En
Europa, la población pasó de 100 millones in 1700 hasta alcanzar 400 millones
en 1900. La revolución
industrial fue así el primer periodo histórico durante el que hubo
simultáneamente un incremento de la población y un incremento de la renta per
cápita.23 El
aumento de la población fue un estímulo para el crecimiento industrial ya que
proporcionó a la vez mano de obra abundante para las nuevas industrias y de
otro lado supuso un incremento de la demanda interna para los nuevos productos.
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